En algún momento entre mi niñez y mi adolescencia disfruté del dibujo, la escritura y , sobretodo, la idea de dedicarme a estas cosas de manera seria.
No es que tuviera mucha imaginación dibujando pero para ser una criaja las copias de las fotografías que escogía no quedaban tan mal; teniendo en cuenta que eran hechas por alguien que no tenía ni idea.
Llegó un momento en que tuve una pequeña colección de láminas en mi haber. Y fueron unos de los pocos objetos que, paradójicamente, me acompañaron a través de los baches de ese tránsito hasta acabar rotos y relegados al olvido con la parte de mi pasado a la que estuvieron destinados a acompañarme.
El caso es que ahora, después de tantos años, desearía no haberlos borrado de mi vida de una forma tan cruel.
Los echo de menos.
Tanto o más que los sueños a los que representaban físicamente.
En comparación, aquellos sueños eran mucho más inocentes y fáciles de materializar que los que me asaltan ahora cuando bajo la guardia en un descuido.
En nuestra ninez coleccionábamos coches en miniatura, llaveros, sellos y los famosos cromos de futbolistas !
ResponderEliminarNecesitábamos refugiarnos en un sueño...
Saludos
Mark de Zabaleta
Yo coleccionaba poesías, pero también las rompí todas.
ResponderEliminarCumplieron una función en su momento y ahora siguen cumpliendo otra.
ResponderEliminarUn beso, Montse.
Mark: Hay cosas que no cambian nunca.
ResponderEliminarLorenzo: ¿Por qué?
Tor: No sé si la cumplieron.
Hola, soy nuevo por aquí y de momento esté será mi primer comentario...
ResponderEliminarYo de pequeño coleccionaba sueños, sigo teniendo mi colección e intento ampliarla, aunque muchas veces el destino me obliga a destruir algunos...
Enhorabuena por tu blog!
Un saludo
Hola, Jo.
ResponderEliminarAcabo de ver tu comentario.
Buena colección la tuya; no dejes que te los destruyan por nada del mundo.
El blog no es solo mío, participo cuando algo me ronda la cabeza y quiero deshacerme de ello. Si echas un vistazo por el resto de secciones verás más variedad. Un saludo.