jueves, 9 de junio de 2011

Difuminado en el tiempo

En algún momento entre mi niñez y mi adolescencia disfruté del dibujo, la escritura y , sobretodo, la idea de dedicarme a estas cosas de manera seria.
No es que tuviera mucha imaginación dibujando pero para ser una criaja las copias de las fotografías que escogía no quedaban tan mal; teniendo en cuenta que eran hechas por alguien que no tenía ni idea.
Llegó un momento en que tuve una pequeña colección de láminas en mi haber. Y fueron unos de los pocos objetos que, paradójicamente, me acompañaron a través de los baches de ese tránsito hasta acabar rotos y relegados al olvido con la parte de mi pasado a la que estuvieron destinados a acompañarme.
El caso es que ahora, después de tantos años, desearía no haberlos borrado de mi vida de una forma tan cruel.
Los echo de menos.
Tanto o más que los sueños a los que representaban físicamente.
En comparación, aquellos sueños eran mucho más inocentes y fáciles de materializar que los que me asaltan ahora cuando bajo la guardia en un descuido.